Con la promesa de un futuro mejor
me encontraba estudiando en la Escuela Técnica Industrial del Oeste, semillero
de pensamientos progresistas, que no llegaba al comunismo. Donde discutíamos
sobre los problemas del país: como las futuras nacionalizaciones del hierro y
el petróleo, con lo que no estábamos de acuerdo por su forma antipatriótica y
entreguista. Muchas fueron las protestas y marchas en las calles, en las cuales
se nos unían otros liceos del oeste caraqueño donde conocí en carne propia la
detención policial y la desaparición de estudiantes…
Tenía como compañeros de estudios
a Jorge Canelón, Miguel Mora y Antonio Molina. Una mañana los escuché que
hablaban sobre una discusión que tendrían sobre un tema social (drogas,
infancia abandonada y algunas otras). Les pregunté que en cuál clase y me
dijeron que pertenecían a un recién formado grupo juvenil en su barrio. Que se
reunían en la platabanda de una casa. Ese planteamiento me motivó y les pedí
que me llevaran, lo cual aceptaron… Y así, en una tarde del año 1972 fui a dar
a las calles de la parte alta de Altavista… ¡Y con gran sorpresa me encuentro
con caras conocidas de la Escuela Industrial, como lo eran Alberto Vásquez y
Rudy Reinoso. Con ellos había hecho periodismo humorístico con una grabadora de
casettes, entrevistando a los muchachos de dicha escuela. Este encuentro, o
mejor dicho, reencuentro, causó en mi una ruptura con anteriores círculos de
amistades: desde ese momento pasé a formar parte de Los Alegres Caminantes. El
tiempo no era el mismo, ya que siempre teníamos algo que hacer. En tan solo
unos días planeamos una primera presentación para recaudar dinero y así
financiar una excursión.
Hacíamos unos títeres en una
platabanda, que resultó ser la de la casa de Alberto. Sin saber cuándo ni dónde
los presentaríamos. Enseguida empezamos a ensayar para lo que sería nuestro
Programa Cómico-Musical. Alguien nos consiguió un local en la avenida Sucre
para continuar los ensayos. No sé de qué forma una institución de la
Presidencia de la República (Promoción Popular), se enteró de nuestros planes y
nos mandaron a un representante para invitar a dos de nuestros integrantes al
Primer Seminario de Teatro Popular de Venezuela, organizado por dicha
institución y el Ministerio de la Juventud en la Ciudad Vacacional de Los
Caracas. Por nuestro grupo fuimos escogidos Eliseo Torres y yo.
Durante una semana estuvimos
debatiendo, estudiando, ensayando y compartiendo con otros grupos de Venezuela.
Los que recuerdo: Ráfaga de Propatria, Pasos de Maracay, un grupo del barrio
Isaías Medina, Kennedy de Macarao y otro de la parroquia La Pastora. Los amigos
conocidos en este evento: “Ramsés” y “el loco” Angulo del Ráfaga, Jaqueline
Notaro de Kennedy, Orlando Marquina quien vino de La Pastora. Y el profesor
David Trejos, quien nos dio clases de teatro en dicho seminario y el cual se
interesó mucho en nuestro trabajo, ayudándonos en el montaje de nuestra primera
presentación, convirtiéndose en pieza fundamental para nuestro grupo, abriéndonoslas
puertas de Promoción Popular, y a los siguientes seminarios y cursos de teatro.
Muchos cuentos surgieron de este seminario… pero siento que me estoy desviando
de la historia del grupo…
Me quedé en un local de la
Avenida Sucre (Catia) para continuar los ensayos, luego el escenario del
Colegio Agramonte. La tarde del debut, sorpresa: lleno total y éxito de la
presentación, al extremo de que la gente no se quería ir, querían más.
Pienso que esa tarde nosotros,
que éramos muchachos locos, aventureros, creamos nuestra propia religión, cuyo
templo era el teatro… (se me olvidaba decir que mi debut en las tablas fue en
el escenario de la Ciudad Vacacional de Los Caracas, en el ya comentado
Seminario de Teatro Popular, con una improvisación creado por mí).
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