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domingo, 19 de septiembre de 2010

III - CUENTOS E HISTORIA


Guaremal… Ya ni me acuerdo donde queda… ¿En Los Teques?
Visita a la abuela de Eliseo… Está bien, no es que la hayamos ido visitar, sino que estuvimos de paseo por allá y nos hospedamos en su casa…
Noche para el descanso. Habíamos ido a los pozos de El Encanto. Cada uno toma un lugar. Casi de repente un olor no deseado impregna todos los espacios. Algunos olfatos se levantan e intentan encontrar la raíz de aquello. Cual sabuesos van de un lugar a otro… ¡Por fin el hallazgo! Multitud de voces llenan el ambiente: ¡Canelón, anda a lavarte los pies!
Ha pasado el peligro, se siente el fresco en las habitaciones… Mas de pronto el escándalo: - ¡Qué yo mato a esa vieja…! Golpes en la puerta. Sobresaltados nos levantamos… Cheo en sueños golpeaba a quien sabe quien… Seamos justos, no recuerdo si era Cheo o era Chicho…
Todos reunidos en la Plaza Bolívar de Guarenas. El nuevo destino, Curupao, La Guairita, por allí cerca.
Noche con "vientos de agua". Un perro que nos roba los alimentos. Roberto que corre tras él… comienza la llovizna. Continúa la lluvia. El río con intenciones de crecer, crece. Un enorme gusano sube por el sendero: vamos cubiertos con "la aventura". Bajo su protección llevamos nuestros pertrechos. Una vieja casa habitada por murciélagos. Nos albergamos cerca en una especie de establo. Cada uno ocupa su lugar… Nos contamos: - uno, dos… falta uno… ¡Canelón! ¡Canelón...! Se ha perdido Canelón... ¿Dónde habrá quedado?... Seguidamente emerge una figura con su enorme sonrisa de una de las bateas donde comen los animales. Una carcajada: - ¡Aquí estoy…!
El río no se desbordó. Volvemos al campamento cuando la luz del sol ilumina.
Otro momento especial. Cada uno en su mundo. «Tello» en una hamaca descansa (¿de qué?). Un rato antes le enseñó al «Zurdo» unos acordes en la guitarra, los cuales está practicando por ahí. Pasan unas horas y nuestro amigo aún con su ¡pam, pam, pam, rampam...! Algunos ya estábamos hasta la... «Tello» alza la cabeza y grita hacia donde se encuentra el novel músico: ¡Coño!, !si no dejas la guitarra te voy a dibujar cinco dedos en la cara...! El «Zurdo» paró en seco su "inédita" melodía para acompañarnos a todos en el coro de risas por la ocurrencia. Esa noche también dormimos con las estrellas cuidándonos.
Cualesquiera noche era buena para los cortos, pero enriquecedores encuentros, para la conversación, para los juegos. Para que nuevos integrantes se integraran. Para hacer nuevos amigos. Juegos en donde todos se esconden y uno tiene que encontrarlos. Juegos en donde una pelota es el enlace entre pierdes o te salvas. Juegos en donde saltar encima de los contrarios que esperan sostener el peso de cada uno es el triunfo o el quedarse para la próxima andanada… en esos momentos también hacíamos planes…
Fue la época de nuestros primeros contactos con la gente (todavía no llegábamos al pueblo).
La Jefatura Civil de la Parroquia Sucre y nuestra amiga Alicia Sojo de García..., una Trabajadora Social que apoyó y creyó en nuestro trabajo. El Ministerio de Sanidad y su Promoción Social con Gladys... quien nos facilitó el local de los primeros ensayos (un anexo al Liceo Miguel Antonio Caro). En él dimos los primeros pasos en el arte.
De puerta en puerta con las entradas para el Gran Espectáculo. Los primeros soportes: El Colegio Agramonte en Altavista, el Retén de Catia, el Liceo Miguel Antonio Caro, todos en Catia. El Hospital de Lídice… Interpretaciones musicales: Miguel, «Tello», Zulay... Declamaciones, Alberto, el «Zurdo». Actuaciones, Rudy, Antonio, Alirio, Ronald, Saudy, Yajaira... Asistencia técnica, todos…
En uno de esos paseos tomando en cuenta lo divertido, lo alegre, lo felices que compartíamos. En uno de esos placenteros recorridos. Unos tras otros silbábamos aquella melodía: Puente sobre el Río Kwait, tema de una película del mismo nombre… A cualquiera de nosotros se le ocurrió decir que éramos alegres caminantes…
En algún un momento se quiso elegir otro nombre, uno más sonoro... pero Los Alegres Caminantes iba en los corazones, formaba parte de nosotros. Nació de una manera sencilla, espontánea. De amigos que un día quisieron divertirse y pasarla bien.
De allí el nombre. Nació en una época en donde Joan Manuel Serrat cantaba “Caminante, no hay camino, se hace camino al andar…” en homenaje a Antonio Machado. En donde el Dueto Criollísimo nos regalaba El Caminante (autoría de José Alfonzo): “Llevo el paso infinito del caminante…”. El rock continuaba su evolución y encontró en nosotros oyentes, bailadores… Como aquella ocasión en la que Miguel y con la ausencia de sus mayores organizamos un matiné. Llegada la hora reacomodar de la casa para permitir que entrara de nuevo la luz, además, también entrarían sus padres.
Otros tiempos vinieron. Nuevas aventuras, nuevos planes. Registros, uniformes. Trabajos para la comunidad… Paseos, actos culturales, instituciones, juegos, reuniones, teatro… Amigos, compañeros... Más Alegres Caminantes…

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