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domingo, 19 de septiembre de 2010

IV - LA HISTORIA CONTINUÓ

También 1972. En un nuevo mundo nos metimos todos. Queríamos seguir viajando, aventurando... Nos propusimos recolectar algún dinero para financiar esas actividades.
Un espectáculo musical era una buena idea, y muchas ideas lo hicieron posible. Las “venas artísticas” salieron para dar luz a la gente (aún no había para nosotros un pueblo). Cortos actos teatrales, canciones, declamaciones y títeres fue nuestra propuesta. Mas a pesar de las intenciones iniciales, nos fuimos por un costo simbólico de entrada. No contábamos con medios publicitarios (y ni pensar en internet), andando de puerta en puerta por todo el sector ofreciéndolas.
El día pautado logramos un lleno total. Un local con un escenario para unas cien y otro poquito más de personas. Fue en el Colegio Agramonte de Altavista, gentilmente facilitado por su director… Con el “Programa Cómico Musical” había comenzado una nueva etapa para Los Alegres Caminantes…
Repetimos nuestro éxito en el Colegio antes nombrado; en el Liceo Miguel Antonio Caro; en el Hospital Psiquiátrico de Lídice; en el Instituto Nacional de Puericultura "Pastor Oropeza", 23 de Enero; en el eliminado Retén de Los Flores de Catia; en la cancha deportiva del bloque 6 de Pro Patria. Uno de los grandes momentos fue en el Colegio “Claudio Feliciano”, Las Adjuntas, con nuestro Le Colo Cofiticien. Apoyamos grupos en Nuevo Horizonte de Catia, y en Caricuao. Para ese momento contábamos con la valiosa ayuda de dos trabajadoras sociales, una con su oficina en la Jefatura de la Parroquia Sucre: nuestra amiga Alicia Sojo de García, una trabajadora social que apoyó y creyó en nuestro trabajo. El Ministerio de Sanidad y Asistencia Social y su Promoción Social con Reina de Herrera, también trabajadora social que nos facilito el acceso al local en donde realizamos nuestros ensayos (un anexo al Liceo Miguel Antonio Caro).
A nuestras actividades de creadores agregamos discusiones sobre temas diversos. Seguíamos con los juegos de adolescentes, las diversiones y siempre hubo tiempo. Aunque pocas esas reuniones enriquecieron nuestras personalidades.
No recuerdo como llegaron, pero un representante (David Trejo) de la Secretaria de Promoción Popular, una dependencia de la Presidencia de la República, con sede en San Bernardino, se acercó a nosotros para ofrecernos un camino. Hubo interés y desconfianza, pero accedimos. Conocimos personas interesantes, como los esposos Calvani (Adelita y Arístides) y Erik Méndez Rojas. Con ellos empezamos un teatro más formal: el Cuento de Don Mateo (de Simón Corral), Farsa y Justicia del Señor Corregidor (de Alejandro Casona), Historia de un Número (de Josefina Pla), Las Personas Superiores (de Aquiles Nazoa), y una profesionalización de nuestras obras estelares, las cuales a nuestro cuidado habían crecido desde el principio: el Científico Loco en sus dos versiones. En la Navidad Popular 72 (1972), un festival presentado en el Boulevar Andrés Eloy Blanco, esquina Santa Capilla, dijimos presentes con el Cuento de Don Mateo.
Con la Farsa y Justicia… vivimos una anécdota muy simpática en el Palacio de Miraflores (1973). En la escena donde el Posadero debe entrar gritando: ¡Auxilio! ¡Socorro!, la Guardia de Honor se alertó y los que quedaron por entrar al escenario… bueno, ya se imaginarán el susto…
Participamos en algunos de los tantos primeros festivales de Teatro Popular: Festival de Grupos de Teatro Joven, patrocinado por el Centro Comunal de Catia (1974), 1er. Festival de Teatro Popular Venezolano, zona oeste, patrocinado por Sears (1975) en donde obtuvimos el tercer lugar con El Científico Loco, Le Colo Cofiticien, o como lo llamamos para la ocasión, Caraota, Arroz y Manteca.
También organizamos el Primer Festival de Teatro Popular (1973) junto a la Asociación Juvenil Colinas de Cerro Grande y el Grupo El Ráfaga (festival que consideramos como auténticamente popular y verdaderamente el primero). Un Festival sin premios, un festival de participación como recompensa. Presentaciones en la azotea del Bloque 1 de Pro Patria, en el teatrico de la Asociación Juvenil Colinas de Cerro Grande, en Maitana, en Paracotos, en Aragüita, en la Ciudad Vacacional de Los Caracas, en Biscucuy, en Maracay y en algunos barrios de Caracas.
Estuvimos en la gestación del teatro Negro de Barlovento con su “Confrontación… un trabajo experimental de Teatro creado por Armando Urbina, y patrocinado por la Gobernación del Estado Miranda…”. Colaboramos con el grupo en su obra Malabí-Maticú-Lambí en el III Festival Internacional de Teatro (1975). Fuimos apoyo para algunas estudiantes de la Escuela de Puericultura, Stella Matutina en la Alta Florida, y del Colegio San José muy cerca de allí en el barrio Nuevo Chapellín en Caracas (1975).
Tiempo después (1980) trabajamos en el Centro Latinoamericano de Creación e Investigación Teatral CELCIT que era dirigido para el momento por Luis Molina. La sede que conocimos estaba en San Bernardino, muy cerca de donde antes habíamos trabajado con Promoción Popular. Allí el Grupo Ven Conmigo (descendiente de la Asociación Juvenil Colinas de Cerro Grande), Diego Pérez, su esposa Rosita, Galo (que vino con esta pareja desde el Ecuador) y nosotros, diseñamos y construimos el teatro (escenario, gradas y cantina)…
Iniciamos una idea que finalmente quedó sólo en algunas fotografías: Farsa y Justicia del Señor Corregidor, pero en formato diapositivas. Era una manera de ampliar nuestros horizontes.
Tuvimos la libertad de expresarnos como quisimos. No había limitaciones, salvo las del respeto a los demás. Uno de nuestros nortes en esta etapa fue hacer florecer sonrisas en nuestra gente. Muchas las experiencias, las vivencias y los aprendizajes que en el momento preciso ahí estuvimos compartiendo.
Lo aprendido nos permite ser lo que somos. Y a eso –gracias- algunos recorremos aún los caminos del arte y la labor social.

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