En algún momento de nuestra
trayectoria dentro de Promoción Popular fuimos invitados para unas clases-seminario
en la Escuela de Puericultura Stella Matutina, en la Alta Florida. Esto
representó un hito en la historia de Los Alegres Caminantes al relacionarnos
con las estudiantes, tanto en lo concerniente al teatro como en lo personal.
De allí resultaron: presentaciones,
cursos y viajes (el “peligro” estaba latente: ”zamuro cuidando carne”). Esto
comenzó, desafortunada-mente, con el fallecimiento en Valencia del padre de una
de las chicas (Belkis). Algunos de nosotros fuimos al funeral, otros al último
rezo del novenario. Para esto último nos pusimos de acuerdo para asitir todos
juntos, siendo el punto de encuentro el terminal de autobuses conocido como “El
Nuevo Circo”. Una vez en Valencia tomamos otro autobús hasta el pueblo al cual
nos dirigíamos. Todo transcurrió con la naturalidad del caso… hasta nuestro
regreso a casa, pues al parecer, dentro del autobús que nos traería de nuevo a
la capital viajaba cupido con sus flechas e intenciones. Kilómetro a kilómetro
se empezaron a notar los cambios de acompañantes entre un asiento y otro, las
miraditas, tomaditas de mano y hasta los primeros besos…Así se dio el inicio
entre las féminas de Alta Florida y los chicos de Altavista. Por supuesto que
no es prudente decir nombres en este caso y entre quienes ocurrieron los
cambios de pareja…Sólo diré que tuve la fortuna de formar una relación con la
más linda del grupo de teatro de la Stella Matutina en aquel momento, aunque
después, a casi un año, terminamos esa relación, haciéndonos el destino, por
así decirlo, vivir, y convivir en
circunstancias infortunadas que a más de treinta años sin verla aún ocupa un
lugar muy especial en mi memoria y mi corazón… (¡Coño!, se me escapó el
sentimiento, pero como dice Reinaldo Armas en una de sus canciones: “La quiero
y ¡qué¡”).
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