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martes, 27 de enero de 2015

LA MINITECA

En otro de esos reencuentros de los que ya se han hecho mención, recordé que en los tiempos en que era estudiante de la escuela técnica surgieron o nacieron (se puede decir) los matinés, los cuales se realizaban los viernes por las tardes, que no eran más que reuniones bailables que organizábamos los estudiantes en nuestros hogares, siempre que los padres no estuvieran en casa (muy pocos casos con consentimiento). Estos encuentros a medialuz, se hacían con tocadiscos individuales conectados a un amplificador y sus respectivas cornetas, las llamadas luces negras y luces multicolores, el disco (con un agujero en uno de sus lados) pegado a un motor que lo hacía girar, mientras un foco de luz en su parte posterior creaba en el ambiente un efecto de movimientos no continuos, como de saltos. La música mayormente era el rock de la época, influenciada por The Beatles, y por películas como el festival de Woostok. El surgimiento de emisoras de radio llamadas juveniles, entre ellas, Radio Capital y Radio Caracas Radio…
Mi miniteca estaba compuesta por un plato sacado de un viejo tocadiscos, las cornetas recicladas de televisores desechados, una planta (amplificador) de tubos de caldeo de los años cincuenta (estábamos en los setenta). Ese aparato una vez encendido había que esperar unos diez minutos para que comenzara a sonar. Cuando llevaba mucho rato se recalentaba y el volumen disminuía, por lo que tenía que colocarle un ventilador. Lo único nuevo eran los cables y las luces… ¡Ah! Y no podía faltar la olla con la guarapita (anís o caña blanca con algún jugo de frutas, pero que la mayoría de las veces era con sobrecitos de polvos saborizados, siendo el más popular el “Kool Aid”). La inauguración fue en mi casa con la apoyo de uno de mis compañeros de estudio (Orlando Aguilera), quien tenía una gran colección de los discos (de acetato) de rock de la época… En estas fiestas la contribución era de Bs. 2,50 (el costo de 5 pasajes en transporte colectivo urbano).
Lo anterior fue un preámbulo a mi encuentro con Los Alegres Caminantes, a quienes para el momento no conocía… Ya formando parte de ellos planificamos un matiné en caso de nuestro amigo Miguel, una tarde de domingo, pues sus padres estaban de viaje. Aparte de nosotros mismos, invitamos a amigos del barrio La Silsa y del mismo sector de Altavista.
Llegamos a la casa, guardamos los muebles, cubrimos las ventanas con diferentes materiales (paños, periódicos, etc.) para crear el ambiente de oscuridad, preparamos la infaltable guarapita. Instalamos el equipo de sonido, las luces; los probamos… ¡Y todo bien! Sin darnos cuenta la fiesta fue agarrando calor, algunos hacían peticiones al “disyoki”: bajando por el río, escalera al cielo, samba pa’ ti, etc. Otros de “cacería” buscando “empate”, como se decía en el momento. Los comentarios se cruzaban: “Me cuadre a la gordita”, “esa chama pule la hebilla parejo”… y más…
Todo era alegría, chalequeos, broma…un domingo feliz, pues… Cuando de repente alguien se da cuenta que falta uno de los muchachos del grupo. Nos dimos a la tarea de buscarlo en los cuartos, en la cocina, en el baño, en el patio… Nadie lo había visto salir… Entonces se observaron unos zapatos que sobresalían de un paño colocado entre dos bombonas de gas. Al levantarlo vemos a nuestro amigo Canelón con un gran sándwich, su típica sonrisa de “oreja a oreja” con su cara de culpable. Así fue, capturado “con las manos en la masa”.
El matiné continuó… cuando en algún momento comienza un corre-corre. Al preguntar qué pasaba, Miguel nos informa “vienen mis padres recojan todo que se acabó la fiesta”… Como por arte de magia, en poco tiempo ahí no había ocurrido nada…

La siguiente fiesta fue en casa de Mireya con permiso de sus padres. Hubo mejor planificación, un ambiente alegre, la música sonando, la sala a reventar, todos buscando un chance. Todo indicaba que esta fiesta era mejor que la anterior. Pero no contábamos con la llegada del padre de nuestra amiga, el cual no estaba enterado y por supuesto no la había autorizado. Terminarse la fiesta, recorrer el equipo, salir corriendo (como en un maratón) y dejar la casa vacía, todo fue uno. Después de esto tuvimos un incidente con este señor en donde salió perdiendo Saudy, pero que fue su punto de encuentro para comenzar a transitar con nosotros.

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