Caracas, año 1972. Una ciudad de
noches y mañanas frías, sin colas de carros por sus avenidas, con muy, muy poca
violencia en sus calles, el ocaso de la guerrilla con su cuota de sangre y
dolor familiar, el surgimiento de nuevos partidos políticos como esperanza de
un cambio que nos condujeran a la tan esperada “justa distribución de la
riqueza”. Donde día a día aparecen nuevos barrios en los cerros que van creando
un cordón de miseria integrado por familias desplazadas del campo por el
hambre, la falta de empleo, de educación, de salud: en general, falta de
oportunidades. Donde ya existe una marcada diferencia de clases sociales
alimentada por los medios de comunicación, incitantes al consumismo y a la
alienación…
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